domingo, 7 de abril de 2013

LA ESPERANZA

Bajo el castigo de las lenguas radiantes del sol caraqueño
un niño nada macilento entretejía juegos callejeros con su par
mientras su padre en medio de la algarabìa gritaba sin cesar
quien comprara su bebida para mitigar sed mas no los sueños
El niño ajeno, gritaba y atrapaba el viento con sus sigilosas manos
su amigo de juego, infante y pecado de esta fría y violenta ciudad
corrían tras el tiempo ajeno de su energía y voluntad
gritando por doquier, mezclando sin querer su color de piel hermanos
Sus padres ajenos vendían por doquier el mismo nectar por bebida
madre de uno, padre de otro, ambos competían por la vida
y con gallardía en la plaza preñada de palomas, buscaban a Bolívar
que prodigara a los niños el pan que mañana les infundiera fuerza
para emular al de la historia la gloria arrebatada o mal contada
el almibar prodigioso para endulzar la bebida del sustento
que hoy en la caraqueña plaza a todos se quiere endulzar
para darles fuerza no para vivir sino el sendero caminar
y seguir escuchando orgullosos a los niños jugar
con el viento, con la historia y la esperanza esperar
que baje del pulpito, de la cámara, curul del portento
endonde el padre, la madre, el niño y el par le pusieron,  
pero que su memoria hoy no le recuerda el ayer horadado.
Y la historia, la ciudad, la plaza sin rastro de pecado han olvidado
al niño, los niños, el padre, la madre que junto a las palomas le dan vida.
Llega la tarde, y dormirá el sol, las palomas y los niños muy contentos
se despedirán de la vida para soñar, y la madre, el padre el Bolívar contar
no sin antes suspirar por la noche que llega o el día ya andado
y que muere sin parir la esperanza que espera el niño, los padres de la fría ciudad
así transcurren los días y noches de niños, niñas, madres y padres de la calle
que venden la vida en cada nectar de bebida y no hay nadie que por ellos hable.
 

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