miércoles, 10 de abril de 2013

POR SIEMPRE

Con los mismo pies, ando y desando el camino,
el mismo que llenó de callos los ojos de mi madre
cuando ahogada en la angustia por mi desatino
esperaba con lágrimas a mi laborioso padre.

A lo lejos entre vereda y camino, venía el augusto
cansado, sediento a su hogar, ahogar las penas
luego de horas, de soles ardientes y viejas lunas serenas
sorteaba la suerte de llegar ileso y sorber con gusto,

el nectar decía, del negrito café que colaba la vieja
ellos lloraban, de alegría o de angustia al verme partir
cerro abajo buscando, la nada, la historia sin fin
que cada niño y hombre, soñando escribía al dormir

las rosas, las flores, marchitas sin motivo saber
que era mi vieja, la misma del viejo su fiel jardinera
sus lágrimas de pétalo en pétalo secaban al correr
al saltar de sus pupilas por su espera lastimera.  

al sonar el disparo furtivo, mi madre  buscaba
a lo lejos entre vereda y camino, a su hijo gritar
mas entre el sórdido cerro y la gran ciudad tallaba
una cruz de eucaliptus para el cristo abrazar.

Mi madre, su viejo, cansados de tanta espera
ya no cuidan mi regreso, ya estoy a mi suerte
sentenció mi senil padre, espera a que yo muera
sorprendidos los dos, disparos furtivos, disparos de muerte.

Ahora estoy sólo, lejos de la  ciudad enajenada
apartado de mi vieja, mi viejo, sin saber porqué
crece mi dolor pero vibran las flores de mágicas rosas
desde el vergel de mi vieja contemplo mariposas.

Me ahogo en la melancolía y me ciegan las luces
de la misma ciudad que antaño me hacía avizorar
que aguardaba en cualquier farol las cruces
del cristo de panes, el de mi esperanza mitigar.

Y llevar a mi viejo, mi vieja, el amargo sustento
para que no desande el camino con los mismos pies
y sus flores y rosas borrar la angustia de su humilde tez
es tarde, me ahogo y sin furtivos disparos estoy muriendo.








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